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Max Estrella

Sala 4

 

Se denomina así la sala situada en el primer piso de la casa principal, por ser este un espacio interesado en divulgar la etapa de consagración del escritor al esperpento. Antiguamente, esta estancia habría albergado espacios para usos domésticos y de servicio común.

Ofrece varios paneles explicativos donde podemos consultar, de forma abreviada, una serie de informaciones contrastadas sobre los temas específicamente divulgados.

El esperpento como género que don Ramón del Valle-Inclán lleva a la escena teatral y a su narrativa hace su aparición con la obra Luces de bohemia (1920). Es en la conversación mantenida por Max Estrella con don Latino de Híspalis donde el autor define este drástico cambio de expresión literaria. Ese otro modo de interpretar la realidad, mezcla de grandeza y de grotesco que Valle-Inclán considera propia de la sociedad española, se emplea en su toda obra a partir de entonces.

«Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada. [...] Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas. [...] La deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática perfecta. Mi estética actual es transformar con matemática de espejo cóncavo las normas clásicas»

Ramón del Valle-Inclán, 1920

Observemos el mobiliario y objetos reunidos:

Primeramente 

La muestra de vestuario diseñado para representar Las galas del difunto, La cabeza del Bautista, Ligazón y El embrujado (1998), del Centro Dramático Galego, y para Luces de bohemia (1971) y Divinas palabras (1986), del Teatro Bellas Artes de Madrid.

 

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Seguidamente 

En vitrinas, la selección de documentos originales y facsimilares.

En la primera, a la izquierda, vistosas ediciones de libros de ideario tradicionalista, como la trilogía de las Guerras Carlistas (1908-1909) y Voces de gesta (1912); la tarjeta postal enviada por don Ramón a Manuel Company, con poema manuscrito (1902); memorias de García Martí sobre la elección de Valle-Inclán como presidente del Ateneo (1932); una de las cartas enviadas a Manuel Azaña (1935); el comunicado emitido por el Partido Galeguista (1936).

En la segunda, al centro, parte principal de las obras completas de Valle-Inclán, en especial los volúmenes de la colección Opera Omnia, (1913-1936), y otras ediciones de cuidadas portadas. Complemento suyo son, en la tercera vitrina, las publicaciones periódicas y por entregas.

 

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Finalmente 

Las obras de bellas artes. En especial, el grabado de don Ramón (1919), por Moyá del Pino; el cartel para Ligazón (1972), de Isaac Díaz Pardo; la escenografía para Los cuernos de don Friolera (1976), de Pepa Estrada; el cartel para Avareza, Luxuaria e Morte n´Area Ibérica (1976), de Conde Corbal; el icónico Tirano Banderas (2001) y el magnífico Valle-Inclán (2006), pintados por Alfonso Costa. Antes de abandonar esta sala, no dejemos de admirar las cerámicas de Sargadelos o la colección medallística y de filatelia. Y, sobre todo, las esculturas dedicadas a don Ramón por Santiago Bonome (1935) y Francisco Toledo (1986), esta última muy popular, al haber sido instalada por el Círculo de Bellas Artes de Madrid en el paseo de Recoletos.

 

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